El verano ya dijo presente, con altas temperaturas en casi todo el país. Los productores ganaderos saben lo difícil que se hace manejar adecuadamente el ganado en estas condiciones. En este sentido, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recomienda adoptar medidas preventivas para minimizar los efectos del estrés calórico en los animales.

El estrés es una respuesta adaptativa, que permite a los animales enfrentar desafíos ambientales; entre ellos, los cambios de temperatura. Cuando se superan las condiciones óptimas, el cuerpo intenta adaptarse a la nueva situación ambiental. Sin embargo, a temperaturas ambientales más altas, los mecanismos de adaptación no logran eliminar el exceso de calor generado.

Se denomina estrés calórico al conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales que se desencadenan en los animales cuando son sometidos a condiciones ambientales que superan su temperatura de confort o zona termoneutral, y son incapaces de regular su temperatura interna.

Debido a esto los animales tienden a reducir la actividad física, a aumentar la frecuencia respiratoria, a disminuir la ingesta de alimentos y a aumentar el consumo de agua; buscan sombra y crece su jadeo y salivación.

Además de su impacto negativo para el bienestar animal, el estrés por calor puede producir: disminución de la eficiencia alimenticia y pérdida de peso y de condición corporal; deterioro del desempeño y de los índices reproductivos, y aumento del riesgo de enfermedades, y disminución en la producción de leche en litros, así como en el porcentaje de grasa y proteína, junto a un aumento en el recuento de células somáticas.

El Senasa indica que hay factores propios del animal -edad, color y largo del pelo- que influyen en la susceptibilidad al estrés calórico. Los animales más perjudicados son los que acumulan más nivel de grasa corporal; y los de pelaje negro en etapas de terminación son los más propensos.

El tipo de alimentación también se relaciona con el riesgo de golpe de calor. El pastoreo de pasturas tóxicas como festucas u otras infectadas por hongos productores de ergoalcaloides, y la administración de raciones hipercalóricas, incrementan el riesgo.

El Senasa también indica que para el caso de bovinos de carne se debe proveer espacios de sombra suficientes para todos los animales.

La sombra de árboles es una de las más efectivas, ya que no solo disminuye la radiación, sino que produce menor temperatura del aire por la evaporación desde las hojas. Cuando la provisión de sombra sea artificial, se debe permitir el movimiento de aire por debajo -altura de entre 3 m y 4 m-. Cada animal debe disponer de espacio suficiente -de 2 m² a 4 m²- para evitar el hacinamiento.

Es importante saber que un bovino adulto consume diariamente un 7% de su peso vivo en agua, y por lo tanto se debe conocer muy bien qué tipo de agua hay en el establecimiento, mediante análisis.

Los bebederos deben estar accesibles y cerca de los animales; y se debe controlar el caudal y la presión en períodos de extremo calor, y asegurar espacio suficiente. El consumo abrupto de agua, luego de períodos de privación, puede desencadenar un cuadro de intoxicación con signos nerviosos.

Arrear de manera tranquila

El Senasa también indica que se debe arrear de manera tranquila, respetando el paso de los animales y realizar los encierres y trabajos en manga a primera hora de la mañana o última hora de la tarde-noche. Brindar agua y alguna fuente de alimento en los corrales donde permanezcan los animales. Consultar el pronóstico del tiempo antes de programar los manejos de la hacienda. Planificar todas las tareas y preparar los materiales necesarios para minimizar su permanencia en mangas y corrales.

Respecto de la alimentación, conviene conocer el nivel de infección con hongos productores de ergoalcaloides presente en las pasturas. En el engorde a corral, administrar entre un 30% y un 40% de la ración por la mañana y el resto por la tarde; y aumentar el porcentaje de fibra en la dieta.

Cuando se prevean temperaturas elevadas, refrescar la hacienda. Bien temprano a la mañana o durante la noche, utilizando un caudal suficiente para que penetre el pelo. Si se los moja en horas de mucho calor y de manera insuficiente puede ser contraproducente. También se puede mojar el suelo de los corrales, sin embarrarlos, para minimizar la radiación indirecta.

Todos estas recomendaciones dadas por el Senasa contribuirán a mejorar el bienestar animal y redundará en beneficios para los diferentes actores de las cadenas pecuarias.